"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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09-10-2012 |
Nuestra América con Chávez
Julio A. Louis
Lo tienen claro Lula, Dilma, Cristina Fernández, Evo, Correa, Fidel, Mujica. También Obama, Merkel, Serra, Macri, Bordaberry. Y los trabajadores y burgueses con conciencia de clase. En las elecciones venezolanas –en este sistema mundializado- se juega muchísimo el destino de nuestros pueblos. Clases y bloque de clase contra clases y bloque de clase. El candidato del imperialismo y de la burguesía despliega su concepción individualista, de pequeña nación, de enfrentamientos entre pueblos hermanos y arremete contra Chávez por los “regalos” de bienes pertenecientes a los venezolanos, a las naciones y pueblos de Nuestra América, lo que ha merecido el legítimo repudio del PIT-CNT, FEUU y la Federación de Empresas Recuperadas.También la reacción esgrime contra Chávez su autoritarismo y personalismo. Años antes que Chávez apareciera en la escena política, Vivan Trías diferencia entre caudillismo y culto a la personalidad: “ En general los marxistas latinoamericanos han subestimado el papel de los caudillos. Sospechan de ellos, tienden a confundir su significación histórica con el discutido problema del `culto a la personalidad'. Son cosas muy distintas. En Cuba no existe `culto a la personalidad' y sí un vigoroso fenómeno caudillista. El culto de la personalidad es la creación artificial de un jefe. Es una usurpación del poder. El culto sustituye al verdadero arraigo popular. Es una monstruosa deformación del marxismo. El caudillismo es el modo de aglutinarse a que recurren los pueblos en determinadas condiciones históricas. Esas condiciones son las que caracterizan a nuestro continente en nuestro tiempo. De modo que la negación del caudillismo como factor revolucionario, es la negación de un hecho real. No puede haber peor negación del marxismo. El caudillo no es el fruto del culto o de la propaganda, sino que es ungido espontáneamente por las masas populares”. [1] (“ Aportes para un socialismo nacional”. Tomo 6. “Diálogo con Fidel Castro”. Págs. 98 y 99).
Veamos la claridad de Chávez acerca de la transición al socialismo, lo que por este pago algún progresista denomina “etiquetar”. “Este es un programa de transición al socialismo y de radicalización de la democracia participativa y protagónica. Partimos del principio de que acelerar la transición pasa necesariamente por, valga la redundancia, acelerar el proceso de restitución del poder al pueblo. El vivo, efectivo y pleno ejercicio del poder popular protagónico es insustituible condición de posibilidad para el socialismo bolivariano del siglo XXI.”.
En esos párrafos radica la capacidad dialéctica de Chávez, que lo hace difícil de combatir para la derecha que esgrime la “democracia” como un valor petrificado. Porque el proceso venezolano ha partido de la democracia liberal para encaminarse hacia otra democracia de nuevo tipo, que sobrepasa en mucho el concepto liberal.
“Para avanzar hacia el socialismo, necesitamos de un poder popular capaz de desarticular las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana […] Esto pasa por pulverizar completamente la forma de Estado burguesa que heredamos, la que aún se reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas, y darle continuidad a la invención de nuevas formas de gestión política. […] Es claro que Nuestra América vive un cambio de época que arrancó, y es justicia reconocerlo, con la llegada al poder de la Revolución Bolivariana: un cambio de época que se caracteriza por un cambio real y verdadero de las relaciones de poder a favor de las grandes mayorías.”
“Este es un programa que busca traspasar `la barrera del no retorno'. Para explicarlo con Antonio Gramsci, lo viejo debe terminar de morir definitivamente, para que el nacimiento de lo nuevo se manifieste en toda su plenitud […] Nosotros estamos obligados a traspasar la barrera del no retorno, a hacer irreversible el tránsito hacia el socialismo. Ciertamente es difícil precisar cuando despuntará tan grandioso horizonte, pero debemos desplegar esfuerzos sensibles y bien dirigidos, para decirlo con Bolívar, en función de su advenimiento.” Esto sí es pensamiento revolucionario, mientras hay “apenas progresistas” que siguen con la cantinela de la rotación de partidos en el gobierno como algo saludable para la “democracia”. ¿Qué democracia?
El 2o Plan Socialista para el período 2013-2019 contempla cinco grandes objetivos:
“I. Defender, expandir y consolidar el bien más preciado que hemos reconquistado después de 200 años: La Independencia Nacional.
II. Continuar construyendo el socialismo bolivariano del siglo XXI, en Venezuela, como alternativa al sistema destructivo y salvaje del capitalismo y con ello asegurar la `mayor suma de seguridad social, mayor suma de estabilidad política y la mayor suma de felicidad' para nuestro pueblo.
III. Convertir a Venezuela en un país potencia en lo social, lo económico y lo político dentro de la Gran Potencia Naciente de América Latina y el Caribe, que garanticen la conformación de una zona de paz en Nuestra América.
IV. Contribuir al desarrollo de una nueva Geopolítica Internacional en la cual tome cuerpo un mundo multicéntrico y pluripolar que permita lograr el equilibrio del Universo y garantizar la Paz planetaria.
V. Preservar la vida en el planeta y salvar a la especie humana.”
¡Salud Chávez! ¡Salud pueblo venezolano! Por esta senda abierta transitaremos.
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